La Palabra. Domingo 13 Enero 2013

La Palabra. Domingo 13 Enero 2013

Fiesta del Bautismo del Señor

Ciclo C – 13 de Enero de 2013

 

Isaías 42, 1-4. 6-7

Así dice el Señor:

«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.

Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones.

No gritará, no clamará, no voceará por las calles.

La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará.

Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.

Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones.

Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»

 

Sal 28, 1a y 2.3ac-4.3b y 9b-10

R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.

Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R.

La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente, l
a voz del Señor es magnífica. R.

El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno. R.

 

Hechos 10,34-38

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:

– «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.

Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»

 

Lucas 3,15-16.21-22

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:

– “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”.

En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma e paloma, y vino un voz del cielo:

– “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.”

 

 

Como uno más en la fila

por Víctor Chacón Huertas, CSsR.
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Dice San Pablo en una de sus cartas que el que no tenía pecado se hizo pecado por nuestra salvación. Esto ocurre especialmente en la escena que conmemoramos este domingo. “Dios también se bautiza”. Se pone en la cola de los pecadores a los que el Bautista predica la conversión. Jesucristo, el Hijo de Dios, al comenzar su vida pública en este momento nos dará ya su primera lección, y no podía ser de otra manera: Dios, el grande, el infinito, nos enseña a ser pequeños, humildes, discretos. A él no le importó su buen nombre ni su reputación, y eso que esta era su “presentación en sociedad”, pero no se puso esmoquin ni tenía preparado un gran discurso, de hecho, parece que ni habló, se dedicó a escuchar a sonreír, probablemente a hablar con el de al lado y el de atrás… Da que pensar un poco que nuestra continua tendencia sea justo la opuesta: inflarnos de orgullo, reivindicar, pedir con exigencia, quejarnos, ofendernos fácilmente, convertirnos en el centro… no hay duda, ¡necesitamos mojarnos más, como él hizo!

1. Como un padre orgulloso de su hijo. Así nos habla en la primera lectura Isaías –en nombre de Yahvé- del Mesías, presenta a Dios como un padre al que casi “se le cae la baba” hablando de su hijo: “Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu”. Y a continuación nos ofrece el profeta un magnífico retrato de Jesús, un verdadero texto programático que anuncia lo que Jesús cumplió: Un Mesías discreto, delicado y sensible: “No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará”. Pero no por ello “blandengue”, no amigo de medias tintas, pactos ni componendas: “Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra”. Su firme determinación no oprimió a nadie, su delicadeza y amor no le hicieron más débil. Éste es aquel que hemos de seguir, esta es la meta y el camino.

2. Dios no hace distinciones. Son palabras de Pedro que recoge el libro de los Hechos. Es más, no sólo no hace distinciones sino que Él mismo no busca distinguirse, y sin embargo era diferente a los demás, su presencia cuestionaba, sugería, impresionaba. Dios acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. ¿No crees tú que hacemos demasiadas distinciones, que clasificamos y etiquetamos con demasiada facilidad? Si se nos distingue por algo a los cristianos, ojalá que sea por “pasar haciendo el bien y curando, aportando salud” como dice Pedro de Jesús. Cada cristiano tiene esta gran tarea pendiente, la de aprender a ser testigo en su vida corriente de Jesucristo, la de reflejarle hasta en lo más tonto, en los gestos y palabras… ojalá que poco a poco, alguien pueda reconocer a Jesús en nosotros.

3. Marcados por su amor. Dice la teología, que los cristianos somos “hijos en el Hijo de Dios”, que nos unimos a Cristo en el Bautismo, y así entramos a formar parte de la vida de Dios de ese “círculo amoroso” que es la Trinidad. Así que las palabras que el Padre dirige a Jesús, son también para ti y para mí: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”. Créetelo, te lo dice Dios. Estamos marcados a fuego, en el Bautismo, por el Amor de Dios. Y las marcas a fuego y pirograbados ¡no se quitan fácil! Así que redescubre esa marca imborrable que llevas y que te habla de lo que fue tu Bautismo, de lo que es todo Bautismo: Perdón, Acogida, Elección. Dios que te ama, Dios que te acoge en su vida, en su Iglesia, Dios que te elige y envía a ser testigo.[/box]