“Pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra”

“Pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra”

“Dijo Dios a Noé y a sus hijos: He pensado establecer mi alianza con vosotros y con vuestra futura descendencia, y con todo ser vivo que os acompaña: las aves, los ganados y todos los animales que hay con vosotros, con todo lo que ha salido del arca… Pongo mi arco en las nubes, que servirá de señal de alianza entre yo y la tierra” (Gén 9, 13).

Nos encontramos con este pacto de Dios con la tierra después del diluvio, escribe Miguel Tombilla en nuestra revista Icono. Una manera hermosa de narrar que Dios no es un dios de premios o castigos, sino un Dios que pone sus colores en el cielo para recordarnos la belleza de la paz (paloma con ramo de olivo).

Es como el arcoíris, hecho por las manos de los niños, que se ha visto en los momentos de confinamiento pegado a tantas ventanas. El recuerdo esperanzado de que lo negativo no va a durar para siempre. Un signo esperanzado de que lo negativo no va a durar para siempre. Un signo muy sutil, efímero, que puede pasar desapercibido si llevamos la mirada encorvada hacia el suelo. No es magia, es imagen de un Dios misericordioso que, sobre todo, acompaña a los más frágiles. Dios en colores.