SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS – DÍA 1

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS – DÍA 1

DÍA 1

“Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente” (Mt 2, 2)

Tú nos alzas y nos atraes hacia la plenitud de tu luz

 

CANTO: Contad a todos los pueblos.

Zac 4, 1-7
Retornó el ángel que hablaba conmigo y me despertó como se despierta a alguien que está dormido. Y me preguntó:
— ¿Qué estás viendo?
Respondí:
— Veo un candelabro de oro macizo rematado en lo alto con un depósito de aceite; tiene siete lámparas y siete tubos que llevan el aceite a cada una de las lámparas. Junto a él hay dos olivos, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Pregunté entonces al ángel que hablaba conmigo:
— Señor, ¿qué significa esto?
El ángel me contestó:
— ¿No sabes lo que significa?
Le respondí:
— No lo sé, Señor.
El ángel me dijo:
Las siete lámparas representan los ojos del Señor que inspeccionan toda la tierra.
Palabra de Dios.
 
Salmo 139
Señor, tú me sondeas y me conoces,
tú sabes si me siento o me levanto,
tú, desde lejos, conoces mis pensamientos.
Distingues si camino o reposo,
todas mis sendas te son familiares.
No está aún la palabra en mi lengua
y tú, Señor, la conoces bien.
Me rodeas por delante y por detrás,
posas tu mano sobre mí.
Me supera este saber admirable,
tan elevado que no puedo entenderlo.
¿A dónde iré lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré lejos de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú;
si bajo al reino de los muertos, estás allí;
si me elevo en alas de la aurora
y me instalo en el confín del mar,
también allí me guía tu mano,
tu diestra me controla.

2 Ti 1, 7-10
Porque no es un espíritu de cobardía el que Dios nos otorgó, sino de fortaleza, amor y dominio de nosotros mismos.
Así que no te avergüences de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su
prisionero; al contrario, sostenido por la fuerza de Dios, sufre juntamente conmigo por la propagación del mensaje evangélico. Dios es quien nos ha salvado y nos ha llamado a una vida consagrada a él, no porque lo merecieran nuestras obras, sino porque tal ha sido su designio conforme al don que se nos ha concedido por medio de Cristo Jesús antes que el tiempo existiera.
Un don que ahora se ha hecho manifiesto por la aparición de Cristo Jesús, nuestro Salvador, cuyo mensaje ha destruido la muerte y ha hecho brillar la luz de la vida y de la inmortalidad.
Palabra de Dios.

Jn 16, 7-14
La verdad es que os conviene que yo me vaya. Porque si yo no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros; pero, si me voy, os lo enviaré.
Cuando él venga demostrará a los que son del mundo dónde hay pecado, dónde un camino hacia la salvación y dónde una condena.
El pecado está en que ellos no creen en mí; el camino hacia la salvación está en que yo me voy al Padre y ya no me veréis; y la condena está en que el que tiraniza a este mundo ya ha sido condenado.
Tendría que deciros muchas cosas más, pero no podríais entenderlas ahora. Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará para que podáis entender la verdad completa. No hablará por su propia cuenta, sino que dirá únicamente lo que ha oído y os anunciará las cosas que han de suceder. Él me honrará a mí, porque todo lo que os dé a conocer lo recibirá de mí.
Palabra del Señor.

Reflexión
En este mundo frágil e incierto, buscamos una luz, un rayo de esperanza que ilumine desde lo alto. En medio del mal, anhelamos la bondad. Buscamos todo lo bueno que hay en nosotros, pero la debilidad nos abruma y la esperanza nos falla. Nuestra confianza descansa en el Dios al que adoramos. Dios, en su sabiduría, puso en nosotros la esperanza de una intervención divina; pero no esperábamos que interviniera a través de una persona, el Señor mismo, que se hizo luz entre nosotros. Dios superó todas nuestras expectativas. El don de Dios es un “espíritu de fortaleza y amor”. No es confiando en nuestras propias fuerzas y en nuestras capacidades como avanzamos hacia la luz plena, sino poniendo nuestra confianza en el Espíritu Santo.
En las tinieblas de la humanidad la estrella de Oriente brilló. La luz de esta estrella penetra la profundidad de la oscuridad que nos separa a unos de otros. No resplandeció solo en un momento concreto de la historia, sino que sigue brillando aún hoy y transformando el curso de la historia. Desde la aparición de la estrella, los cristianos, a lo largo de la historia, han manifestado al mundo con su vida la esperanza que brota del Espíritu Santo. Ellos son testigos de la obra de Dios en la historia y de la presencia permanente del Espíritu Santo. A pesar de las vicisitudes y de los cambios de las circunstancias históricas, la luz del Resucitado sigue brillando, actuando en el curso de la historia como una antorcha que guía a todos hacia la luz perfecta, superando la oscuridad que nos separa a unos de otros.
El afán por vencer las tinieblas que nos separan nos obliga a trabajar y orar por la unidad de los cristianos.
 
Oración
Señor Dios, ilumina nuestro camino con la luz de Cristo que va delante de nosotros y nos guía. Ilumínanos y habita dentro de nosotros. Guíanos para que podamos descubrir el pequeño pesebre que hay en nuestro corazón, donde aún duerme la luz. Creador de la luz, te damos gracias por el don de esa Estrella perpetua, Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. Que sea un faro en nuestra peregrinación. Sana nuestras divisiones y haz que nos acerquemos a la Luz de Cristo en quien encontraremos la unidad. Amén.

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