Carta del Superior General: jornada anual de oración por la promoción de la vocación misionera redentorista

Carta del Superior General: jornada anual de oración por la promoción de la vocación misionera redentorista

Roma, 1 de noviembre de 2015

Solemnidad de Todos los Santos

Prot. N. 0000 253/2015

Queridos Cohermanos, Hermanas, Laicos Asociados y Amigos:

El próximo domingo, 8 de noviembre, celebraremos en todas las comunidades, parroquias, iglesias y capillas Redentoristas de todo el mundo la primera Jornada Anual de Oración por la Promoción de la Vocación Misionera Redentorista.

Me ha complacido y animado saber los proyectos que han  planificado  tantas comunidades para celebrar esta Jornada a través de actos especiales para jóvenes y jóvenes adultos,  mediante horas de oración y de adoración al Santísimo, dirigiendo oraciones específicas durante las misas del domingo, utilizando presentaciones audiovisuales sobre nuestra Vocación Misionera, y con tantas ideas creativas. Juntamente con ustedes, ruego que todos estos esfuerzos por compartir la alegría de nuestra Vocación Misionera Redentorista den sus frutos atrayendo a hombres y a mujeres que estén dispuestos a entregar sus vidas por la abundante redención como Hermanos, Sacerdotes, Religiosas, Laicos Asociados o Misioneros Laicos del Santísimo Redentor.

Las lecturas bíblicas de este domingo, 8 de noviembre, nos invitan a reflexionar sobre el significado de dar la vida por los demás. Tanto en la primera lectura como en el Evangelio se nos muestra el testimonio de dos viudas que dan, no de lo que les sobra, sino de su pobreza. Dan todo lo que tienen para subsistir. Y en la segunda lectura nos encontramos con Jesús, el Redentor, que se ofrece a sí mismo – que se sacrifica a sí mismo – para que nosotros tengamos vida.

Estas lecturas bíblicas nos recuerdan el tema escogido por nuestra Congregación (2003-2009): “Dar nuestra vida por la abundante redención”. El XXIII Capítulo General nos dictó: “La razón primordial por la que escogimos este tema es la fe en Jesús nuestro Redentor. Al sentirnos tan cautivados por la llamada de Dios, la única respuesta que podemos dar a ese amor tan grande  que Él nos tiene es la entrega total de nuestras vidas por la abundante redención “(Mensaje, 3). Este año, pienso que las lecturas del domingo nos invitan a reflexionar sobre lo que significa para nosotros ‘dar la vida por la abundante redención’ hoy.

Esto no puede quedar en un ideal abstracto; iría en auténtico detrimento de los cristianos hoy. En un mundo tan herido por la violencia, la pobreza y el odio, debemos vivir de modo real  nuestra vocación misionera. El Papa Francisco lo expresa de esta manera: “A veces sentimos la  tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás…. entrar en contacto con la existencia concreta  de  los  otros  y  conozcamos  la  fuerza  de  la  ternura.  Cuando  lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo,  la experiencia de pertenecer a un pueblo “(Evangelii gaudium 270).

Las llagas del Señor están a nuestro alrededor. Podemos tocar la carne del sufrimiento de los demás en los refugiados y migrantes que huyen de la pobreza, la violencia y la persecución. Vemos la miseria humana en el rostro de los pobres, de los enfermos, de los desempleados y de los sin hogar, y en el de todos aquellos que han perdido la esperanza. Experimentamos la presencia de Jesús en el más pequeño de nuestros hermanos y hermanas, en los pueblos indígenas cuyos derechos han sido conculcados, en las mujeres y niños atrapados en el tráfico de seres humanos.

Pero esto no es toda la historia. La ternura de Dios la vemos también en el amor y en la atención de que son objeto tantas familias. Podemos palpar la cercanía de Dios en la generosidad de tantas mujeres y hombres que se entregan al cuidado de los necesitados. Experimentamos la amistad de Dios en el gozo de la genuina comunidad al servicio de los demás y en la fidelidad misionera de nuestros ancianos. Al igual que las dos viudas de la liturgia de este domingo, sabemos lo que significa dar nuestra vida por la abundante redención. Hemos sido testigos de la diferencia que hay.

Al celebrar esta Jornada de Oración por la Promoción de la Vocación Misionera Redentorista a nivel de toda la Congregación, ruego que – como individuos y en cuanto comunidades –  lleguemos a redescubrir y valorar más profundamente lo que significa dar la vida por la abundante redención hoy. Que nuestro gozo como misioneros-discípulos que continúan los pasos del Redentor atraiga a muchos a compartir esta misión de ¡Proclamar el Evangelio siempre de manera nueva!

Que María, Madre del Perpetuo Socorro, juntamente con San Alfonso y todos nuestros Santos y mártires Redentoristas, nos inspire y acompañe en esta vocación misionera.

Su hermano en el Redentor,

Michael Brehl, C.Ss.R.

Superior General