28 Nov 28 noviembre 2013
CANTO: Cantad al Señor.
1ª LECTURA: Daniel 6, 12-28
En aquellos días, unos hombres espiaron a Daniel y lo sorprendieron orando y suplicando a su Dios. Entonces fueron a decirle al rey:
-“Majestad, ¿no has firmado tú un decreto que prohíbe hacer oración, durante treinta días, a cualquier dios o cualquier hombre fuera de ti, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones?”
El rey contestó:
-“El decreto está en vigor, como ley irrevocable de medos y persas.”
Ellos le replicaron:
-“Pues Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti, majestad, ni al decreto que has firmado, sino que tres veces al día hace oración a su Dios.”
Al oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar la manera de salvar a Daniel, y hasta la puesta del sol hizo lo imposible por librarlo.
Pero aquellos hombres le urgían, diciéndole:
-“Majestad, sabes que, según la ley de medos y persas, un decreto o edicto real es válido e irrevocable.”
Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones.
El rey dijo a Daniel:
-“¡Que te salve ese Dios a quien tú veneras tan fielmente!”
Trajeron una piedra, taparon con ella la boca del foso, y el rey la selló con su sello y con el de sus nobles, para que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel.
Luego el rey volvió a palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder dormir.
Madrugó y fue corriendo al foso de los leones. Se acercó al foso y gritó afligido:
-“¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podido salvarte de los leones ese Dios a quien veneras tan fielmente?”
Daniel le contestó:
-“¡Viva siempre el rey! Mi Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me han hecho nada, porque ante él soy inocente, como tampoco he hecho nada contra ti.”
El rey se alegró mucho y mandó que sacaran a Daniel del foso. Al sacarlo, no tenía ni un rasguño, porque había confiado en su Dios.
Luego mandó el rey traer a los que habían calumniado a Daniel y arrojarlos al foso de los leones con sus hijos y esposas. No habían llegado al suelo, y ya los leones los habían atrapado y despedazado.
Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra:
-“¡Paz y bienestar! Ordeno y mando que en mi imperio todos respeten y teman al Dios de Daniel. Él es el Dios vivo que permanece siempre. Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin. Él salva y libra, hace signos y prodigios en el cielo y en la tierra. Él salvó a Daniel de los leones.”
Palabra de Dios
SALMO: Dn 3, 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74
ANTÍFONA: Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor.
Témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor.
Noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor.
Rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor.
ANTÍFONA: Ensalzadlo con himnos por los siglos.
EVANGELIO: San Lucas 21,20-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción.
Entonces los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!
Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo.
Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.
Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enronquecidas por el estruendo del mar y el oleaje.
Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán.
Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Palabra del Señor.
ORAR CON LOS SANTOS:
Fuente de agua viva, manantial del bien, nunca más quiero apartarme de tu orilla; deseo morir antes que ofenderte y verme privado de tu amor. Sólo en buscarte gastaré mi vida. ¡Ayúdame, Dios mío, a serte siempre fiel! ¡María, esperanza mía, guárdame bajo tu manto! (San Alfonso Mª de Ligorio)