19 Ago 20 agosto 2017
Domingo de la 20ª semana de Tiempo Ordinario.
Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7
 Esto dice el Señor:
 «Observad el derecho, practicad la justicia, porque mi salvación está por llegar, y mi justicia se va a manifestar.
 A los extranjeros que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que observen el sábado sin profanarlo y mantienen mi alianza, los traeré a mi monte santo, los llenaré de júbilo en mi casa de oración; sus holocaustos y sacrificios serán aceptables sobre mi altar; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos».
 Palabra de Dios.
Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8
 ANTÍFONA: Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
 El Señor tenga piedad y nos bendiga,
 ilumine su rostro sobre nosotros;
 conozca la tierra tus caminos,
 todos los pueblos tu salvación.
Que canten de alegría las naciones,
 porque riges el mundo con justicia,
 y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
 que todos los pueblos te alaben.
 Que Dios nos bendiga; que le teman
 todos los confines de la tierra.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15. 29-32
 Hermanos:
 A vosotros, gentiles os digo: siendo como soy apóstol de los gentiles haré honor a mi ministerio, por ver si doy celos a los de mi raza y salvo a alguno de ellos.
 Pues si su rechazo es reconciliación del mundo, ¿qué no será su reintegración sino volver desde la muerte a la vida?
 Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
 En efecto, así como vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios; pero ahora habéis obtenido misericordia por la desobediencia de ellos, así también estos han desobedecido ahora con ocasión de la misericordia que se os ha otorgado a vosotros, para que también ellos alcancen ahora misericordia.
 Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.
 Palabra de Dios.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28
 En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón.
 Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
 «Ten compasión de mi, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
 Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle
 «Atiéndela, que viene detrás gritando».
 Él les contestó:
 «Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
 Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
 «Señor, ayúdame».
 Él le contestó:
 «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
 Pero ella repuso:
 «Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
 Jesús le respondió:
 «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
 En aquel momento quedó curada su hija.
 Palabra del Señor.		
 
 			  
 			  
 					