La cultura del esfuerzo

La cultura del esfuerzo

Es curioso que el esfuerzo esté tan poco valorado cuando todos sabemos que las cosas que verdaderamente merecen la pena no se consiguen jugando o esperando a que sucedan en actitud pasiva, sino que son el resultado de muchos intentos por sobrepasar los propios límites y por ir más allá en pos de metas que parecen inaccesibles y a las que nos vamos acercando a golpes de voluntad y de trabajo.

Educar en el esfuerzo es beneficioso y favorece el mantenimiento de la motivación para trabajar con ilusión y ganas. El hecho de que todos tengamos que cumplir nuestras obligaciones es un principio básico de la estructura personal y cuando el niño es capaz de asimilar sus propios deberes ante la adversidad o el fracaso, decidirá aumentar el esfuerzo, querrá superarse y afrontará sus problemas.

Siempre será más fácil si el niño está motivado y con ganas de aprender para conseguir sus metas.

TALENTO Y CREATIVIDAD

Si el esfuerzo se pone al servicio del talento, la creatividad, la producción de conocimientos y de nuevas formas de pensar, va a contribuir a conseguir lo mismo de mejor manera y con una mayor satisfacción personal para el alumno.

La cultura del esfuerzo vuelve a ser reivindicada en los ámbitos de formación, del aprendizaje y de la enseñanza, valorándose tanto en la escuela y universidad, como en el mundo laboral, el trabajo o la empresa. Sería de desear que los padres y profesores presenten el esfuerzo como algo positivo: lo natural es esforzarse, lo que vale cuesta, nada es gratuito, la vida tiene problemas, pero la lucha es la condición esencial del éxito.

Artículo de Ana Rodríguez, terapeuta, para nuestra revista Icono de septiembre.

Si quieres leerlo completo, aquí lo tienes.