La infancia también sufre su duelo

La infancia también sufre su duelo

Según escribe Víctor M. Ballesteros, CSsR, en nuestra revista Icono de octubre, en este tiempo de la vuelta al cole es recomendable prestar atención a lo que pasa con los niños en situaciones de duelo. El dolor por soltar o dejar atrás, y no digamos, por la muerte de un familiar cercano, afecta muy profundamente la vida de los pequeños. El sufrimiento que viven se manifestará en signos externos, preguntas o lágrimas que no podrán explica, pero son señales de un desgarro interior. Saber acompañar este duelo supone enseñar a vivir. Ignorar, quitar importancia o engañar no ayudarán al niño a superar sanamente su tristeza.

Los niños perciben la pérdida y esto les causa emociones, miedos y reacciones nuevas, asegura el misionero redentorista en su artículo para Icono. En muchos casos, los adultos afrontamos una verdad ineludible: no tenemos respuesta a todo. Nos sentimos tantas veces frustrados, limitados, impotentes (…). El duelo de los niños y adolescentes es una oportunidad magnífica a la hora de educar para la vida. No será fácil, pero merece la pena intentarlo.

En los primeros años de la vida se producen cambios evolutivos que van condicionando la percepción y el pensamiento sobre la muerte. En general, el pensamiento infantil está lleno de fantasía. Y es posible que, si nadie le explica lo que está sucediendo, empiece a fantasear sobre la muerte, provocándole miedos, pesadillas, terrores nocturnos o alteraciones de la conducta.

Otra necesidad básica del niño, según Ballesteros, es la seguridad. El primer sentimiento asociado al duelo es la necesidad de protección. Esto exigirá a los adultos, en la familia y en la escuela, el afecto y la cercanía necesaria para ofrecerle seguridad emocional, que no es lo mismo que sobreprotección.

Por último, Ballesteros destaca tres certezas que son buenas compartir con los niños, “con tacto y gradualidad”:

  1. La muerte es irreversible, concluyente y permanente.
  2. La muerte se identifica con la desaparición de las funciones vitales.
  3. La muerte es universal, ya que todos debemos morir.

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