La Palabra. Domingo 2 Diciembre 2012

La Palabra. Domingo 2 Diciembre 2012

Domingo I del tiempo de Adviento

Ciclo C-2 de Diciembre de 2012

 

Jeremías 33, 14-16

«Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.

En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra.

En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: “Señor-nuestra-justicia”.»

 

Sal 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14

R. A ti, Señor, levanto mi alma.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R.

 

I Tesalonicenses 3, 12-4,2
Hermanos:

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos.

Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre.

En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante.

Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

 

Lucas 21, 25-28. 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

– «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

 

Tiempo de despertar y dejarse enseñar

por Víctor Chacón Huertas, CSsR.
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Dice el libro del Eclesiastés (capítulo 3) que todo tiene su tiempo y sazón bajo el sol. Según la Palabra de Dios de este domingo ahora nos toca el tiempo de despertar y dejarnos enseñar. Lo veremos. Este tiempo que comenzamos ahora –el Adviento, la inmediata preparación a la Navidad- no deja indiferente a nadie. Es tiempo de visitas a familiares y amigos, a residencias de ancianos y centros…, tiempo de comidas y celebraciones, tiempo de buenos gestos y acciones caritativas (mercadillos, campañas del kilo, etc.). Exactamente por todas estas razones a muchas personas le encanta este tiempo, y exactamente por las mismas razones otras lo detestan, les parece algo falso y forzado. Sus razones tiene cada cual para opinar, en cualquier caso lo que a nosotros nos incumbe es que sea tiempo real de preparación a vivir la auténtica Natividad del Señor, la Encarnación del Dios con nosotros. Y muchos de los gestos de la Navidad y el Adviento habrán de entenderse desde ahí: ¿Me ayudan a sentir que tú vienes Señor? ¿A creérmelo más y compartirlo? Si es “sí”, adelante, hazlo. Si es “no”, abstente. Una parte muy importante del testimonio es la sinceridad.

1. Tiempo de despertar los sentidos. Necesitamos despertar porque vivimos muchas veces aletargados, poseídos por la rutina, mirándonos mucho “el ombligo” y propensos a la crítica o la indignación cuando las cosas no son como yo quiero, cuando no me satisfacen. El adviento es tiempo para “ver” y no sólo “mirar”; tiempo para “escuchar” y no sólo “oír”; ¿el qué? Los signos que nos rodean, las necesidades que afligen a nuestro mundo, a nuestra sociedad, a nuestro entorno más cercano; pues allí hemos de llevar la Luz de Cristo que viene. Ocurrirán cosas terribles –nos dice el Evangelio- pero el creyente no temerá, “se mantendrá en pie” esperando al Señor y animando y fortaleciendo a los que desfallecen, a los que son vencidos por el miedo porque no supieron ver, ni escuchar, ni interpretar los signos.

2.  Tiempo de cultivar el amor. Esta es la llamada que hizo Pablo a los Tesalonicenses y que nos llega hoy a nosotros. “Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y amor a todos”. No se trata de un amor enclenque ni pasteloso, ni mucho menos fingido. Es un amor sincero, que nos viene de Dios (a Él se lo debemos pedir) y que nos fortalecerá internamente, como dice Pablo en su carta. Un amor que nos hace más fuertes, más capaces de afrontar las cosas duras que nos vengan pues nos une más al Dios del Amor. Este es el “amor navideño-adventicio” el amor que busca acoger al Dios que se encarna –se iguala a nosotros- por amor. Un amor que debe llevarnos también a nosotros a abajarnos, igualarnos a los demás. Este es el amor que nos va haciendo santos como dice la epístola.

3.  Tiempo de dejarse enseñar. Es la consecuencia natural de las dos anteriores: despertar los sentidos, ver más allá, y acoger su amor, nos llevarán a dejarnos enseñar dócilmente. Buscar el ejemplo y la guía de aquel que nunca nos deja solos. No hay cosa más frustrante que tratar de enseñar a quien no quiere aprender o aquel que ya cree saberlo todo; por eso, humildad, un tiempo nuevo requiere actitudes nuevas. Necesitamos orar con su Palabra especialmente en este tiempo de Adviento. “Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. El Señor es bueno y recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes”. ¡Feliz y fecunda Espera![/box]