Mártires redentoristas de Cuenca

Mártires redentoristas de Cuenca

El 6 de noviembre, la familia redentorista celebra a los seis mártires de Cuenca.

Cuenca es una tierra unida a la cuna de los redentoristas en España. En Huete (Cuenca) estuvo abierta la primera comunidad estable de redentoristas en España (1864-1868). Allí fue expuesta por primera vez la Virgen del Perpetuo Socorro, en 1867, y realizó la imagen milagrosa un primer milagro.

El primer redentorista que ingresó en la congregación en España fue P. Pedro López, que era natural de Torrejoncillo de Rey (Cuenca) y estaba de párroco en Jabalera (Cuenca). Por esta razón, frustrada la primera fundación por la Primera República, con la nueva expansión de los redentoristas en España, se fundó nuevamente en Cuenca.

En 1896 se establecieron los redentoristas en la iglesia de San Felipe, en la parte alta de la ciudad. Allí establecieron el culto a la Virgen del Perpetuo Socorro. Se convirtió San Felipe en un centro que irradiaba el evangelio por toda la ciudad. San Felipe se convirtió en los años 40 de vida de la comunidad en un centro evangelizador conocido en toda la ciudad de Cuenca. La actividad se repartía entre las misiones populares en la diócesis, los ejercicios espirituales, la predicación extraordinaria y las celebraciones en la propia iglesia de San Felipe.

En 1936, la comunidad redentorista estaba formada por ocho sacerdotes y cuatro hermanos coadjutores. El 18 de julio, ante la situación política que experimenta la ciudad, los redentoristas abandonan el convento y se dispersan, refugiándose en casa de un canónigo de la catedral y otras personas amigas. Los más ancianos serán acogidos en el asilo de las Hermanitas de los Ancianos. Al día siguiente, todos se reencuentran en el convento, sin mayor novedad.

El día 20 una turba de milicianos derriba la verja de la iglesia y desquicia las puertas del templo; a pesar de esto, se seguirán celebrando los sacramentos hasta el día 23, en que sólo acuden a la cita el P. Romero y el H. Benjamín. Al ver que aumenta la tensión y la violencia contra los religiosos, el convento queda abandonado y los redentoristas siguen destinos diferentes. Algunos miembros logran esconderse y salir de Cuenca, pasado un tiempo; otros se refugiaron en el seminario. Estos últimos, pocos días después, sufrirían el martirio junto con el obispo de Cuenca.

El 31 de Julio, los PP. Ciriaco Olarte y Miguel Goñi eran detenidos y fusilados. Uno de ellos moría al instante y el otro tras una larga agonía. Enterado el P. Julián Pozo, avisó al Superior con la intención de procurarse un refugio mejor. El P. Pozo murió la noche del 9 de agosto, en medio de la carretera de Cuenca a Tragacete, rezando el rosario. En el camino del cementerio, la noche del 10 al 11 de agosto de 1936, eran fusilados el P. Xavier Gorosterratzu y el H. Victoriano Calvo. El P. Pedro Romero, de avanzada edad, llevó vida de mendigo por las calles de Cuenca, hasta que fue detenido en mayo de 1938 y arrojado a la cárcel, donde morirá en los primeros días de junio a causa de una disentería, provocada por los padecimientos vividos durante su persecución.

 

José Javier Gorosterratzu

Nació en 1877 en Urrotz, Navarra. Creció y fue educado en el seno de una familia piadosa y trabajadora, donde fue iniciado en la piedad y enviado a la escuela del pueblo donde aprendió los rudimentos del saber. Despertada en él la vocación sacerdotal, buscó donde poder vivirla. Contactó con dos redentoristas de San Ignacio de Pamplona que acudieron a predicar por su zona y el superior de San Ignacio lo admitió como postulante para hermano coadjutor. En septiembre de 1895, ya vestía el hábito redentorista y, en 1896, emitió su profesión religiosa como hermano clérigo. Fue destinado a El Espino (Burgos) como profesor de Ciencias y de Filosofía y pasó por Pamplona, San Miguel y, en 1933, lo destinan a Cuenca donde le sorprendió la muerte.

Sobresalió por su talento y espíritu agudo, su emotividad y su cariño por su tierra. Tenía un talante austero, bondad personal, facilidad de trato y dulzura en sus palabras, tesón y entrega incondicional. Fue hombre de estudio y oración.

Le mataron en 1936 y fue exhumado en 1940. Se encuentra en la actualidad en el santuario madrileño del Perpetuo Socorro.

 

Victoriano Calvo

Nació en 1896 en Horche (Guadalajara). Tuvo una esmerada educación cristiana por parte de su madre que lo inició en la oración, en el examen de conciencia y en la celebración y veneración de la eucaristía. Pronto abandonó la escuela y fue iniciado en tareas agrícolas.

A los pocos meses de morir su padre, los misioneros redentoristas dan una misión en Horche, en 1914, y él participa. Será cuando decida ser religioso. Se suscribió a la revista Perpetuo Socorro y consiguió varios libros de San Alfonso.

A pesar de la oposición de su familia, gracias a la complicidad del párroco, en 1919 huyó de su casa y comenzó como postulante en Nava del Rey (Valladolid). Ese mismo año, en noviembre, ya vestía el hábito redentorista y comenzaba su noviciado con el P. Rafael Cavero como maestro. El 20 de abril de 1924 tuvo lugar su profesión perpetua. En Cuenca pasó su vida como hortelano, sacristán y portero y desarrolló una vida de trabajo, silencio y oración. De  hecho, sus compañeros le llamaban el silenciario.

Fue sacado del seminario con el P. Javier Gorosterratzu el 10 de agosto de 1936 y se encontró con varios disparos en la cabeza. Fue exhumado en 1940 y, en la actualidad, se encuentra en el santuario madrileño del Perpetuo Socorro.

 

Ciriaco Olarte

Nació en Gomecha (Álava) en 1893. Creció en una familia de labradores, numerosa y de honda experiencia religiosa: fueron 10 hermanos, de los cuales, además de Ciriaco, 2 fueron sacerdotes seculares y 2 hermanas, monjas carmelitas descalzas. Recibió una esmerada educación religiosa.

Desde pequeño, destacó por su piedad y simpatía. Era vivo, extrovertido y ocurrente, bondadoso, compasivo y dócil. Tuvo especiales dotes para las relaciones humanas, con un trato fácil y agradable. También fue especialmente caritativo. Desde pequeño, tuvo inclinación hacia su vida sacerdotal.

Le recibieron en el monasterio de El Espino (Burgos) en 1904. Mientras estuvo en El Espino, se ganó el corazón de compañeros y formadores con la gran fuerza de atracción de su personalidad que se caracterizaba por su talante abierto y alegre.  Los estudios siempre le costaron mucho, pero encontró gran apoyo en los formadores del seminario. Brilló en el teatro, oratoria y declamación. En 1910 salió del jovenado de El Espino y llegó a Nava del Rey (Valladolid) donde hizo el noviciado. Vistió el hábito redentorista en septiembre de ese mismo año, hizo su profesión religiosa en 1911 y se fue para Astorga a estudiar Teología. Se ordenó sacerdote en 1917.

Cuando finalizó el curso, en 1918, le destinaron a Nava del Rey (Valladolid). Fue enviado a México hasta 1926, año en que llegó a La Coruña. Más tarde, aterrizó en la comunidad de Perpetuo Socorro de Madrid, hasta 1932, que se va a Granada para volver, más tarde, de nuevo a Madrid. En 1935 le envían a Cuenca y, un año después, lo mataron, junto al P. Goñi.

 

V. Miguel Goñi

Nació en 1902, en Imárcoain (Navarra). Desde pequeño fue iniciado por sus padres en la fe cristiana y en las buenas costumbres. Apenas fue a la escuela y, lo poco que aprendió, fue en su casa por afición. Para superar este problema, sus padres lo enviaron interno a Pamplona y cambiaron sus planes porque su madre le ofreció estudiar para sacerdote y él aceptó gustosamente.

Murió su padre y fueron a predicar una misión a su pueblo los redentoristas PP. Villoslada y Navarro. Su carácter cercano y familiar entusiasmó a Miguel que comenzó a sentir “una atracción irresistible” y, el año siguiente comenzó en el seminario menor de los misioneros redentoristas. Miguel ingresó en El Espino (Burgos) en 1913, donde vivió alegre y contento. En 1915 fue trasladado al seminario que abrieron en el convento de San Pablo, en Cuenca.

Comenzó el postulantado en 1919 y, poco después, partió para el noviciado en Nava del Rey. Se ordenó sacerdote en 1925. Luego estuvo en Barcelona, Santander y Vigo, pero fue trasladado a Nava del Rey por razones de salud, y estará hasta que, en 1936, es destinado a Cuenca, donde le sorprendió la persecución religiosa. Fue acribillado a balazos y murió el 31 de julio.

 

Julián Pozo

Nació en Payueta (Álava), en 1903. Desde pequeño destacó por ser un chico sincero, noble y obediente y vivo para el aprendizaje. Desde muy temprana edad sintió en su corazón el deseo de ser religioso y misionero. Su madre también alentó sus deseos de la vida religiosa.

Ingresó en El Espino (Burgos) en 1913. En 1915 dejó el monasterio y se fue a Cuenca, donde permaneció hasta 1919. El 25 de agosto ya vestía el hábito redentorista. El noviciado lo profesó en Nava del Rey, y se fue a Astorga para realizar sus estudios sacerdotales. La enfermedad crónica le hará no apto para la vida apostólica de misionero, aunque a pesar de ello no le faltaron alegría ni optimismo.

En 1925 le trasladan a Granada por motivos de salud. En 1927 viaja hacia Cuenca donde estuvo salvo de 1933 a 1934, que hizo un paréntesis en El Espino como confesor de los jovenistas. Murió en 1936, en la carretera de Cuenca a Tragacete.

 

Pedro Romero

Nació en Pancorbo (Burgos) en 1871. Sus padres eran muy generosos con los pobres y necesitados. Desde muy niño, le inculcaron el respeto a las cosas de Dios. Durante su infancia fue muy enfermizo y, además, les expulsaron de su pueblo por tener un tío carlista. Se refugiaron en el País Vasco.

Aunque era algo pícaro y travieso, se aplicó en el estudio. Con 9 y 10 años ayudaba en misa todos los días. Los redentoristas, recién instalados en El Espino, dieron una misión en Pancorbo y esto infundió en el corazón de Pedro de ser algún día misionero como ellos.

Después de superar numerosas dificultades, ingresó en el colegio seminario de El Espino en 1886 y, en 1889, pasó al noviciado en Nava del Rey, donde profesó en 1890. Los estudios teológicos los realizó en Astorga y recibió la ordenación sacerdotal en 1896.

Comenzó en Nava del Rey para trasladarse al Perpetuo Socorro de Madrid. Luego fue enviado a San Miguel y, posteriormente, a Granada. En 1899 pasó a Astorga como misionero y participó en un centenar de misiones. Vuelve a San Miguel en 1911 y en 1913 a El Espino. Al año siguiente, le envían al santuario del Perpetuo Socorro de Granada. Con el cargo de consultor pasó a Cuenca en 1921 y se mantuvo en el cargo hasta el final de su vida.

Por su carácter tímido y severo no le fue bien en su tarea de misionero, por lo que se dedicó a predicaciones esporádicas en fiestas, al confesionario, a retiros a religiosas y a cuidar el culto en la iglesia y al cultivo de la vida interior, como si se tratar de un monje.

En 1936 se refugió a la fuerza en el asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, donde estuvo hasta agosto de 1937. Se refugió en casa de doña Bienvenida Herráez, donde se le ofreció un cuarto oscuro en el que estuvo hasta que le denunciaron. Vivió como un sin techo por las calles de la ciudad mendigando pan. Atendía a los enfermos y los confesaba. Celebraba la eucaristía por las casas, rezaba por los parques y vivía de la limosna.

Ingresó en la cárcel en 1938. Falleció un mes después de entrar. Aunque no fue asesinado, el desenlace de su vida fue reconocido por el Tribunal Eclesiástico como martirial y así lo ha confirmado el Congreso de Teólogos celebrado en la Sagrada Congregación de las Causas de los Santos en 2011.