06 Jun Pentecostés
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse. En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: “¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua”.
Salmo
R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra.
L. Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza; ¡Qué numerosas son tus obras, Señor! La tierra llena está de tus creaturas.
/R.
L. Si retiras tu aliento, toda creatura muere y vuelve al polvo. Pero envías tu Espíritu, que da vida, y renuevas el aspecto de la tierra. /R.
L. Que Dios sea glorificado para siempre, y se goce en sus creaturas. Ojalá que le agraden mis palabras, y yo me alegraré en el Señor. /R.
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los Corintios
Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús “Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.
Secuencia
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, e infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero
Reparte todos tus dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío Yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.
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Espíritu de diversidad y comunión
Culminamos por fin este tiempo gozoso de la Pascua. Después de cincuenta días anunciando, creyendo y celebrando la resurrección del Señor; necesitamos su Espíritu para permanecer como Su Comunidad, Su Iglesia, y para ir recordando y profundizando en su mensaje. Necesitamos la unción de tu Espíritu Señor, que éste penetre en nosotros, suavice, hidrate, cure y santifique.
1. “Estaban todos juntos en un mismo lugar (…), y quedaron todos llenos del Espíritu Santo”. El libro de Hechos es parco en descripciones, pero no omite los datos fundamentales. Estaban todos cuando el Espíritu vino. El Espíritu viene cuando no falta nadie, cuando no dejamos a ningún hermano de lado, solo, marginado… A los Apóstoles parece que les costó reunirse de nuevo, no digamos ya el mantenerse unidos. También a nosotros nos pasa, necesitamos invocar este Espíritu de Comunión para que la Iglesia de Cristo siga siendo suya y no esté desmembrada, dividida. Fijémonos también en que después que vino el Espíritu “quedaron todos –de nuevo todos- llenos”. Lo cual me hace pensar que para que el Espíritu nos llene, hay que dejarle hueco, hay que estar un poco vacíos. Pues sólo quien tiene hueco, en la cabeza y en el corazón, es capaz de “llenarse”, de seguir acogiendo. ¿Cómo de lleno estoy? ¿Entra tu Espíritu Señor, o me sobra algo?
2. El Salmo de hoy nos invita a alabar y a disfrutar de Dios y su acción. Él es Espíritu de vida, que crea y renueva. Como decía San Ireneo, en una bonita metáfora, el Hijo y el Espíritu son las manos del Padre por medio de las cuales hizo todo. Su obra de arte, su creación, nosotros, somos obra del Espíritu y estamos hechos a imagen del Hijo. No podía ser obra más gloriosa, más bella, mejor acabada. ¡Perdón Señor por las veces que la menospreciamos! Ven y renuévanos, Espíritu creador.
3. Pero también la carta a los Corintios nos recuerda que es Espíritu de diversidad: “hay distintos dones, distintos servicios y distintas actividades; pero el Espíritu es el mismo”. Y es el mismo Dios quien obra todo en todos. Hemos de perder el miedo a lo distinto, a la nuevo, pues Dios se manifiesta a través de ello, como escuchamos. Dios sugiere y renueva su Iglesia a través de la diversidad. Esta diversidad es riqueza, y nunca rompe la comunión, pues es el mismo Espíritu el que obra todo en todos. Fiémonos más de él.
4. Por último el Evangelio de Juan nos muestra el camino en que el Espíritu actúa. Es siempre Espíritu de paz y perdón. Son la paz y el perdón los signos visibles de su presencia, del amor de Dios que nos reconcilia y pacifica. Si nuestro mensaje y nuestra vida no son mensaje de paz ni son causa de reconciliación –sino lo contrario- hemos de revisar y buscar qué falla, pues no estamos actuando como ungidos por el Espíritu de Dios. Quizás tengamos el recipiente demasiado lleno… quizás tengamos que acoger de nuevo su paz y perdón.
Víctor Chacón Huertas, CSsR [/box]