San Juan N. Neumann

San Juan N. Neumann

Primer Santo en los Estados Unidos de América
[ 5 de enero ]

“Qué bien se está en la Congregación y qué bien se vive en América. Aquí se puede amar mucho a Dios, trabajar y sufrir mucho por Él
y lo hacemos silenciosamente, sin que el mundo se dé cuenta”

[ Declaración de Neumann ante los rumores de su nombramiento de obispo en 1852 ]

La familia cristiana y los estudios

Juan Nepomuceno Neumann Lebis nace el 28 de marzo de 1811 en Prachatitz, Bohemia (actual República Checa). Fue bautizado el mismo día de su nacimiento. Sus padres se llamaban Felipe Neumann e Inés Lebis. Seis fueron los hijos de este matrimonio. Tres de ellos abrazaron el estado religioso: Wenceslao, hermano redentorista, como Juan; y una hermana que llegó a ser superiora general de las Hermanas de la Caridad de San Carlos Borromeo. Felipe es concejal encargado del cuidado del bosque y de la beneficencia del municipio. Inés era una mujer piadosa: iba todos los días a misa. No faltaban nunca en la casa las oraciones de la mañana y de la noche, la acción de gracias antes y después de las comidas, el ejercicio de las virtudes, el ayuno, la limosna, la oración y la meditación.

A los siete años, Juan ingresa en la escuela municipal de Prachatitz, muy aplicado, de mucho talento y de carácter serio, muy amigo de aprender no sólo en los libros y en la escuela, sino también en la naturaleza, que le apasionaba. A los diez años es admitido a hacer la Primera Comunión. Por este tiempo, ayudaba todos los días a misa y comulgaba con la frecuencia que le permitía su confesor. Los tres sacramentos de la Penitencia, Eucaristía y Confirmación los recibió tres años antes de lo acostumbrado en la localidad.

A los doce años va a Budweis (actual Budejovice) para asistir al instituto: seis años dedicados al estudio de humanidades o enseñanza media. En esta época, Juan vivía como pupilo en una casa particular y lo pasó tan mal que estuvo a punto de dejar los estudios. Fue entonces cuando su padre le proporcionó un lugar mejor donde poder vivir y estudiar a gusto. En 1829, a los dieciocho años, termina los seis cursos de Humanidades.

Bajo la dirección de los monjes cistercienses de Hohenfurt estudió, también en Budweis, los dos cursos reglamentarios de Filosofía, necesarios para poder escoger una carrera superior. Aunque de niño Juan había deseado ser sacerdote, ante el temor de no ser admitido en el seminario (sólo admitirían a veinte alumnos por razones políticas) pensó en comenzar la carrera de medicina, pero su madre le insistió tanto que no desistió de su llamada vocacional; de hecho, fue admitido en el seminario y comenzó el estudio de la Teología: corría el año 1831.

El camino hacia el sacerdocio

Fue un brillante estudiante y seminarista en todos los aspectos. Al comenzar el segundo curso de teología, y movido por le lectura de los apasionantes relatos de la obra misionera que realizaban los misioneros redentoristas en Norteamérica, siente fuertemente su vocación de misionero en aquellas tierras. Previendo su utilidad, en su tiempo libre, se dedicó al estudio de los idiomas modernos: en los cinco años del seminario aprendió cinco lenguas modernas. En su vida llegó a dominar siete lenguas además del griego y el latín.

Aunque la teología la comenzó en Budweis, allí no estuvo más que un año: pide ser trasladado al Seminario Mayor de Praga, precisamente porque le facilitaba el aprendizaje de lenguas, especialmente del inglés; pero finalmente aquí no había cursos de inglés y lo va estudiando por su cuenta: también acude a una fábrica cercana donde había obreros ingleses y hablaba con ellos. En este seminario estudia los tres siguientes cursos de teología.

En julio de 1835, a los 24 años, terminada la carrera, Juan abandona Praga y vuelve a su pueblo natal. Pero regresa triste y desconsolado, ya que pensaba ordenarse allí mismo y aquel año pero, además de que el obispo está enfermo, le comunican que no se necesitan más sacerdotes; escribe a todos los obispos de Europa ofreciéndose, perono hay respuestas positivas: tendría que esperar.

Rumbo al Nuevo Mundo

Sin ordenarse, en mayo de 1836 se embarca en un viaje a América con sólo cuarenta dólares en el bolsillo. Después de escribir a obispos americanos, monseñor Dubois, obispo de Nueva York, le recibe con los brazos abiertos, ya que necesitaba un sacerdote para atender a los numerosos inmigrantes de habla alemana que había en su diócesis. El 19 de junio de 1836 es ordenado subdiácono; cinco días más tarde, diácono; y, al día siguiente, día 25, es ordenado sacerdote.

Su primer destino es Buffalo, aunque antes pasa una temporada en Rochester para atender a los muchos alemanes que allí había. A este mismo lugar es destinado el redentorista P. Prost. La sincera amistad que surge entre ambos le mueve a meditar su entrada en la Congregación de los Redentoristas. Pero esta idea tendrá que esperar.

Llegado a Buffalo, a Neumann le es encomendado Williamsville, a 20 km al norte. Pronto se fue a vivir a Nort-Bush, más cerca del lugar. Neumann tenía a su cargo unos 900 km cuadrados: su trabajo era sobrehumano. Desde el principio, comenzó a construir iglesias y escuelas. No olvidemos que son los años donde se comienza a poblar la gran extensión del norte de América, recogidos en las famosas películas del Oeste. Juan pensó en su hermano Wenceslao para que le ayudara en la ingente tarea de construir las estructuras necesarias para atender a las necesidades de los pobladores del lugar. En septiembre de 1839, se juntan los hermanos.

En verano de 1838, Juan fue de nuevo a Rochester a sustituir durante una temporada al P. Prost. Le entusiasmó la manera cómo el P. Prost y los demás redentoristas llevaban el apostolado y comenzó a pensar en serio su entrada en la Congregación. Cerca de la pascua de 1840, Neumann cae enfermo como consecuencia de su mucho trabajo. Para terminar de reponerse, pasa una temporada en Rochester, en casa de los redentoristas: es cuando decide definitivamente hacerse redentorista. Pide la admisión a su amigo Prost y es aceptada. En octubre de 1840, es enviado a Pittsburg para comenzar el año de noviciado. Antes de acabarlo, le trasladan a Baltimore; allí hace los votos el 16 de enero de 1842: es el primer redentorista profeso en América. Su hermano Wenceslao entre en el noviciado redentorista poco después que Juan: será hermano coadjutor.

Juan Neumann, Redentorista

Ya profeso, a Juan le mandan quedarse en Baltimore para atender a los 4000 católicos alemanes que hay en esta gran ciudad. En marzo de 1844 es nombrado superior de Pittsburg y párroco de la iglesia Santa Filomena: tiene el encargo de completar la mayor parte de aquella gran iglesia en construcción. Dedicaba su tiempo al confesonario, a la predicación, a la visita de enfermos. Periódicamente él y sus compañeros se desplazaban al campo para atender a los católicos alemanes. Y atendía con predilección las clases de religión de las escuelas.

Por aquel entonces compone dos catecismos para las escuelas. A finales de 1846, a consecuencia del excesivo trabajo, se apodera de él otra fuerte enfermedad. Cambia de aires y va a restablecerse a Baltimore, en enero de 1847. Aún no recuperado, es nombrado viceprovincial (superior redentorista de todo un territorio de misión) de las diez casas de Norteamérica, con un programa que iba desde la construcción de un número de nuevas iglesia, escuelas y rectorías, hasta la modernización de otras viejas: ¡y ‘hereda’ una deuda de 125.000 dólares! Reside en Baltimore. Durante su viceprovincialato, funda otras dos casas: en Nueva Cork y en Cumberlad. A los tres años deja de ser viceprovincial y queda en Baltimore como consultor de su sucesor: ambos levantan el primer seminario redentorista de América, en Cumberland, que les permitió una formación mejor de los estudiantes de la congregación. Hace de provincial (de viceprovincia, pasa a ser provincia) durante seis meses en la ausencia del que le correspondía. En 1849 publica una historia de la Biblia para uso escolar.

En 1851 es nombrado superior y párroco de la casa ‘San Alfonso’ de Baltimore, la casa principal de la provincia. Funda clubs de los que son tan amigos los alemanes, asociaciones y organizaciones de tipo espiritual y social en las que pudiera discurrir la vida parroquial en múltiples aspectos.

VI Obispo de Filadelfia

Se busca un sucesor al obispo de Filadelfia: se necesitaba una persona que estuviera fuertemente ambientada en la vida y costumbres de esta región, en la que tantos alemanes vivía con el deseo de poder tener sacerdotes de su propia lengua. El 20 de marzo de 1852, el P. Neumann recibe de manos de Kenrick, el obispo de Filadelfia, la bula de Pio IX con el mandato formal y sin apelación de aceptar el obispado de Filadelfia. El 28 de marzo es consagrado obispo en su misma iglesia de San Alfonso, en Baltimore; contaba con 41 años. Le aguardaba una deuda considerable y tenía que terminar una gran iglesia. La catedral de Filadelfia estaba por construir en sus dos terceras partes.

Se puede decir que el primer acto importante del episcopado de Neumann es la organización sistemática de la educación parroquial. Se dedica con especial ahínco a la construcción de iglesias y de escuelas: junto con la Madre Saton, Neumann es considerado el fundador de la escuela parroquial americana, la más importante obra del catolicismo de los Estados Unidos en los últimos tiempos (Neumann incrementa el número de escuelas de dos a cien). Para atender las escuelas, logró traer varias congregaciones religiosas a su diócesis. Él mismo fundó una congregación de religiosas: las Hermanas Terciarias Franciscanas de Filadelfia.

Recién nombrado obispo, tiene lugar el Primer Concilio Nacional Plenario de Baltimore: Neumann es considerado como el especialista en la organización de la educación católica y de las escuelas parroquiales, y se le encomienda la elaboración de un catecismo que unificara criterios en todas las diócesis. Hace que se prediquen misiones en todo el territorio de su diócesis y él mismo participa. Cuida con esmero el seminario mayor y lo hace mucho más floreciente. En el espacio de cinco años se las arregla para ver terminada la parte exterior de la catedral y construir otras cincuenta iglesias más.

En 1854, invitado por el Papa, acude a Roma a la Proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María. Aprovecha el viaje para ir a Praga y ser recibido por el emperador. También acude a su casa natal, donde puede abrazar a su anciano padre y su hermana; sus paisanos le tributan muchos y cariñosos homenajes. En marzo de 1855 vuelve a Filadelfia y trabaja hasta el límite de sus fuerzas.

El 5 de enero de 1860, mientras caminaba por la calle, un ataque de apoplejía le derriba y fallece, sin que ni siquiera pudieran administrárseles los últimos sacramentos. Cinco días estuvo el cadáver de Neumann expuesto a la veneración de los fieles. Fue un desfile ininterrumpido de gente de toda clase y condición que quería despedirse de su padre y pastor. Es enterrado el 9 de enero en la cripta de la iglesia redentorista de San Pedro de Filadelfia. Su tumba es centro de peregrinación.

El 11 de diciembre de 1921, el papa Benedicto XIV publicaba solemnemente el decreto de la heroicidad de las virtudes heroicas del obispo Neumann. El 13 de octubre de 1963 es beatificado por el papa Pablo VI y canonizado por este mismo papa el 19 de junio de 1977.