SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS – DÍA 2

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS – DÍA 2

DÍA 2

“¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido?” (Mt 2, 2)

La humildad del rey destruye las murallas y reconstruye con amor

 

CANTO: Te amo, Señor.
 
Jer 23, 1-6
Será un rey que reinará con prudencia
¡Ay de los pastores que descarrían y dispersan el rebaño de mi pastizal!
—oráculo del Señor—. Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel,
acerca de los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros dispersasteis mi
rebaño, lo expulsasteis y no os habéis preocupado de él. Pues bien, yo os voy
a pedir cuentas de vuestras malas acciones —oráculo del Señor— y yo
mismo reuniré al resto de mis ovejas de todos los países por donde las
dispersé y las haré volver a su pastizal, donde fructificarán y se
multiplicarán. Les pondré pastores que las apacienten; ya no tendrán
miedo, no se espantarán ni faltará ninguna —oráculo del Señor—.
Ya llegan días —oráculo del Señor— en que daré a David un vástago legítimo.
Será un rey que reinará con prudencia, impondrá justicia y derecho en el país.
En sus días estará a salvo Judá, Israel vivirá con tranquilidad, y la gente le pondrá de nombre:
“El Señor es nuestra justicia”.
Palabra de Dios.
 
Sal 46
Es Dios nuestro refugio y fortaleza,

es ayuda constante en la desgracia.
Por eso no tememos si la tierra tiembla,
si se desmoronan los montes en medio del mar,
si sus aguas se agitan encrespadas,
si por su oleaje las montañas se mueven.
La corriente de un río alegra la ciudad de Dios,
la más santa morada del Altísimo.
Dios está en medio de ella y nunca caerá,
Dios la auxilia al despertar el día.
Las naciones se turban, tiemblan los reinos,
él levanta su voz y se deshace la tierra.
El Señor del universo está con nosotros,
el Dios de Jacob es nuestro baluarte.
Venid y contemplad las obras de Dios,
pues ha hecho prodigios sobre la tierra.
Hasta sus confines detiene las guerras,
rompe el arco, quiebra la lanza,
destruye en el fuego los carruajes.
“Desistid y sabed que soy Dios,
que me alzo sobre las naciones,
sobre todos los pueblos de la tierra.”
El Señor del universo está con nosotros,
el Dios de Jacob es nuestro baluarte.

Flp 2, 5-11
Comportaos como lo hizo Cristo Jesús,
el cual, siendo de condición divina
no quiso hacer de ello ostentación,
sino que se despojó de su grandeza,
asumió la condición de siervo
y se hizo semejante a los humanos.
Y asumida la condición humana,
se rebajó a sí mismo
hasta morir por obediencia,
y morir en una cruz.
Por eso, Dios lo exaltó sobremanera
y le otorgó el más excelso de los nombres,
para que todos los seres,
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
caigan de rodillas ante el nombre de Jesús,
y todos proclamen que Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios.

Mt 20, 20-28
Por entonces se presentó a Jesús la madre de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y se puso de rodillas con intención de pedirle algo. Jesús le preguntó:
— ¿Qué es lo que deseas?
Ella dijo:
— Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Jesús respondió:
— No sabéis lo que estáis pidiendo. ¿Podéis beber vosotros la misma copa de amargura que yo estoy a punto de beber?
Ellos le contestaron:
— ¡Sí, podemos beberla!
Jesús les dijo:
— Pues bien, beberéis mi copa de amargura; pero el que os sentéis el uno a mi derecha y el otro a mi izquierda, no es cosa mía concederlo; eso es para quienes mi Padre lo ha reservado.
Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se sintieron muy molestos con los dos hermanos.
Pero Jesús los reunió y les dijo:
— Como muy bien sabéis, los que gobiernan las naciones las someten a su dominio, y los poderosos las rigen despóticamente. Pero entre vosotros no debe ser así. Antes bien, si alguno quiere ser grande, que se ponga al servicio de los demás; y si alguno quiere ser principal, que se haga servidor de todos. De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos.
Palabra del Señor.

Reflexión
Jeremías denuncia cómo los reyes de Israel ejercen mal su poder dividiendo y dispersando al pueblo. Estos fueron malos pastores que destruyeron las naciones y llevaron al pueblo al exilio. Por contra, el Señor promete un pastor-rey que “reinará con prudencia, impondrá justicia y derecho en el país” y reunirá a las ovejas de su rebaño.
Nuestro mundo está necesitado de buenos líderes y busca constantemente alguien que haga realidad este anhelo. ¿Dónde podemos encontrar un líder así? Solo en Cristo hemos hallado el modelo de un rey, de un líder, según el corazón de Dios. Nosotros, que estamos llamados a seguirlo, debemos hacerlo a su estilo, el estilo del siervo-rey en el mundo y en la Iglesia. En Cristo encontramos a quien no destruye ni divide, sino al que reconstruye y lleva a plenitud para mayor gloria del nombre de Dios. No gobierna según intereses egoístas, no usa la fuerza. En él encontramos al siervo amoroso y humilde que “siendo de condición divina no quiso hacer de ello ostentación”. Él es el que vino a para servir y no para ser servido, y sus seguidores está llamados a hacer lo mismo.
Hoy en día, el Próximo Oriente está experimentando la pérdida de su gente en el exilio, pues la “justicia y el derecho” escasean allí y en todo el mundo. Sin embargo, vivimos con la esperanza de que esta tierra no caerá a pesar de que “las naciones se turben” y “los reinos se tambaleen” a nuestro alrededor.
Los líderes, tanto en el mundo como en la Iglesia, tienen la responsabilidad de congregar en lugar de dispersar y dividir al pueblo de Dios. Toda esta división en el mundo y en la Iglesia viene del deseo de alcanzar altos puestos, el ansia de poder y el carrerismo. En la medida en que los cristianos imitemos con fidelidad el liderazgo del siervo al estilo de Cristo, tanto más quedarán superadas las divisiones en el mundo y en la Iglesia. Trabajemos por el derecho, la justicia y la paz para el bien de todos y estaremos dando testimonio humilde del pastor-rey, y así acercaremos a los demás al Señor.

Oración
Dios, nuestro único refugio y fortaleza, te glorificamos porque eres recto y justo. Ante ti confesamos que muchas veces codiciamos modelos mundanos de liderazgo. Ayúdanos a buscar a nuestro Señor Jesucristo no en los palacios de los poderosos, sino en el humilde pesebre y a imitarlo en su mansedumbre. Aliéntanos para que nos vaciemos de nosotros mismos y nos sirvamos unos a otros siendo obedientes a tu voluntad. Te lo pedimos en nombre de Cristo que contigo y el Espíritu Santo reina para siempre en la gloria. Amén.

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