SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS – DÍA 7

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS – DÍA 7

DÍA 7

“Sacaron luego los tesoros que llevaban consigo

y le ofrecieron oro, incienso y mirra” (Mt 2, 11)

Los dones de la comunión

 
CANTO: Abre mis labios.
 
Os 6, 1-6
“Venid, volvamos al Señor,
porque él nos ha desgarrado
y él será quien nos cure;
él nos ha hecho la herida
y él nos la vendará.
Al cabo de dos días
nos devolverá la vida;
al tercero nos levantará
y viviremos en su presencia.
Esforcémonos en conocer al Señor;
segura como la aurora es su venida:
vendrá a nosotros como la lluvia,
como lluvia de primavera
que empapa la tierra”.
¿Qué haré contigo Efraín?
¿Qué haré contigo Judá?
Vuestro amor es como nube matutina,
como rocío que pronto se disipa.
Por eso los he golpeado
por medio de los profetas,
con mis palabras los he quebrantado
y mi juicio resplandece como luz.
Porque quiero amor y no sacrificio,
conocer a Dios y no holocaustos.
Palabra de Dios.
 
Sal 100
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
acudid con gozo a su presencia.
Sabed que el Señor es Dios:
él nos ha hecho y a él pertenecemos;
somos su pueblo, el rebaño que apacienta.
Cruzad sus puertas dando gracias,
sus atrios con alabanzas;
dadle gracias y bendecid su nombre,
porque el Señor es bueno,
su bondad perdura por siempre,
su fidelidad por generaciones.
 
Hch 3, 1-10
Un día en que Pedro y Juan fueron al Templo para la oración de media tarde, se encontraron con un lisiado de nacimiento, que estaba junto a la puerta del Templo llamada “Hermosa”. Lo llevaban cada día y lo ponían allí para que pidiese limosna a las personas que entraban en el Templo. Al ver que Pedro y Juan iban a entrar, les pidió una limosna. Pedro y Juan clavaron su mirada en él, y Pedro le dijo:
— Míranos.
El cojo los miró con atención, esperando que le dieran algo. 6 Pedro entonces le dijo:
— No tengo plata ni oro, pero te daré lo que poseo: en nombre de Jesús de Nazaret, comienza a andar.
Y, tomándolo de la mano derecha, hizo que se incorporase. Al instante se fortalecieron sus piernas y sus tobillos, se puso en pie de un salto y comenzó a andar. Luego entró con ellos en el Templo por su propio pie, saltando y alabando a Dios. Todos los que lo vieron andar y alabar a Dios, al reconocer en él al mendigo que se sentaba junto a la puerta Hermosa del Templo, quedaron atónitos y asombrados por lo que le había sucedido.
Palabra de Dios.
 
Mt 6, 19-21
No acumuléis riquezas en este mundo pues las riquezas de este mundo se apolillan y se echan a perder; además, los ladrones perforan las paredes y las roban. Acumulad, más bien, riquezas en el cielo, donde no se apolillan ni se echan a perder y donde no hay ladrones que entren a robarlas. Pues donde tengas tus riquezas, allí tendrás también el corazón.
Palabra del Señor.
 
Reflexión
En nuestro camino a Belén, la ciudad del pan, podemos ver a los Sabios que peregrinan para adorar al Niño Dios. Al encontrarlo abrieron los cofres de sus tesoros y ofrecieron al rey recién nacido sus dones de oro, incienso y mirra.
Nuestras divisiones históricas, nuestras posturas erróneas consolidadas, reglamentadas y ritualizadas, y nuestra preocupación por asuntos mundanos, han destruido la comunión y nos han distanciado. Podríamos preguntarnos, ¿cuáles son los dones que hemos preparado para ofrecer al rey que viene a iluminar nuestra vida y a traernos el regalo de la unidad? Sabemos que Dios no quiere nuestras riquezas ni nuestras ofrendas vacías, sino que ejerce su poder sirviéndose de nuestra pobreza.: “No tengo plata ni oro”. El Señor desea un corazón apasionado y enamorado: corazones repletos de amor hacia él y hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo de quienes vivimos separados; corazones de los que manan obras de misericordia; y corazones verdaderamente arrepentidos y deseosos de conversión.
Preparemos para Dios el don de un corazón rebosante de amor. Arrodillarse en adoración requiere un corazón contrito por el pecado que nos divide y obediente al Señor, a quien servimos. Esta obediencia revive, sana y reconcilia todo lo que está roto o herido en nosotros, a nuestro alrededor y entre los cristianos.
Cristo ya le ha otorgado el don de la unidad a su Iglesia. Crecemos en comunión en la medida en que compartimos los dones recibidos en nuestras diversas tradiciones eclesiales, reconociendo que la fuente de todos estos dones es el Señor.
 
Oración
Toda alabanza, gloria y acción de gracias a ti, oh Dios. Tú te has revelado en la epifanía de tu Hijo al pueblo que esperaba tu venida desde antiguo, y a aquellos que no te esperaban. Tú, Señor, conoces el sufrimiento que nos rodea y el dolor causado por las divisiones. Contemplas este mundo en lucha y ves la penosa situación del Próximo Oriente, el lugar donde escogiste nacer, el lugar santificado por tu presencia. Te pedimos, Señor, que permitas que nuestro corazón y nuestra mente lleguen a conocerte. Y al unirnos a los Reyes Magos en su peregrinación desde tierras lejanas, oramos para que se abran nuestros corazones al amor por los hermanos y hermanas que nos rodean. Concédenos la determinación y los medios para trabajar en la transformación de este mundo, y para estar dispuestos a compartir nuestros dones para crecer en comunión. Regálanos, Señor, tus infinitos dones y bendiciones. Acoge nuestra oración en el nombre de tu Hijo Jesucristo que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo. Amén.

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