SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS. DÍA 8

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS. DÍA 8

DÍA 8: La justicia restaura la comunión

 
CANTO: Muéveme.
 
Sal 82, 1-4
Dios se alza en la asamblea divina,
entre los dioses imparte justicia.
“¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente
y seréis favorables a los malos?
Haced justicia al huérfano y al pobre,
defended al humilde y al necesitado,
poned a salvo al desvalido y al pobre,
¡libradlos de las garras del malvado!”.
 
Lc 18, 1-8     
Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar en cualquier circunstancia, sin jamás desanimarse. Les dijo:
— Había una vez en cierta ciudad un juez que no temía a Dios ni respetaba a persona alguna. Vivía también en la misma ciudad una viuda, que acudió al juez, rogándole: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Durante mucho tiempo, el juez no quiso hacerle caso, pero al fin pensó: “Aunque no temo a Dios ni tengo respeto a nadie, voy a hacer justicia a esta viuda para evitar que me siga importunando. Así me dejará en paz de una vez”.
El Señor añadió:
— Ya habéis oído lo que dijo aquel mal juez. Pues bien, ¿no hará Dios justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche? ¿Creéis que los hará esperar? Os digo que les hará justicia en seguida. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿aún encontrará fe en este mundo?
Palabra del Señor.
 
Reflexión
El Libro de los Salmos es una compilación de oraciones, alabanzas, lamentaciones y enseñanzas de Dios para nosotros. En el Salmo 82, Dios reclama una justicia que defienda los derechos humanos básicos, propios de toda persona: libertad, seguridad, dignidad, salud, igualdad y amor. El Salmo también hace una llamada a derogar los sistemas de disparidad y opresión, y corregir cualquier tipo de injusticia, corrupción o explotación. Esta es la justicia que nosotros, como cristianos, estamos llamados a promover. Como comunidad cristiana, hemos de unir nuestras voluntades y nuestras acciones a las de Dios, al tiempo que él realiza su salvación en la creación. La división, incluida la que se da entre los cristianos, siempre tiene su raíz en el pecado, y la redención, por el contrario, siempre restaura la comunión.
Dios nos llama a encarnar nuestra fe cristiana para actuar tomando conciencia de una verdad esencial: que cada persona es valiosa, que las personas son más importantes que las cosas, y que la consideración de cada estructura institucional en la sociedad está en función de si supone una amenaza para la dignidad de las personas, o si, por el contrario, promueve su dignidad. Toda persona tiene el derecho y la responsabilidad de participar en la sociedad, buscando juntos el bien común y el bienestar de todos, especialmente de los humildes y los indigentes.
En Jesús y los desheredados, el Rvdo. Dr. Howard Thurman, que fue consejero espiritual del Rvdo. Dr. Martin Luther King Jr. afirma que: «Debemos proclamar la verdad de que toda vida es una y que todos estamos unidos. Por lo tanto, es obligatorio que trabajemos por una sociedad en la que la persona más insignificante pueda encontrar refugio y descanso. Debéis poner vuestras vidas sobre el altar del cambio social para que dondequiera que estéis, allí esté cerca el Reino de Dios».
 
Unidad cristiana
Jesús narra la parábola de la viuda y del juez injusto para enseñar al pueblo a «orar en cualquier circunstancia, sin jamás desanimarse» (Lc 18, 1). Jesús ha ganado una victoria decisiva sobre la injusticia, el pecado y la división, y, como cristianos, nuestra tarea es acoger esta victoria, en primer lugar, en nuestros propios corazones a través de la oración y, en segundo lugar, en nuestras vidas a través de la acción. Que nunca nos desanimemos, sino que sigamos pidiendo en oración el don de la unidad de Dios y que manifestemos esta unidad en nuestras vidas.
 
Oración de los fieles
En este día de la Conversión de San Pablo, en el que finaliza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, elevemos nuestra oración al Padre, para que podamos participar de la alegría de Cristo y nuestra alegría sea completa.
—         Pidamos por nuestros pastores, para que nos ayuden a hacer que nuestras Iglesias sean cada vez más acogedoras y nadie se siente excluido en ellas. Roguemos al Señor.
—         Pidamos por todas las Iglesias para que, ante la llamada a la conversión del Evangelio, respondan a la invitación de Jesús a seguirlo en fidelidad, y apostemos decididamente por el reino de Dios. Roguemos al Señor.
—         Pidamos por los gobernantes de las naciones, para que promuevan la paz entre los pueblos, respeten la dignidad de toda persona y trabajen por el bien común en la sociedad. Roguemos al Señor.
—         Pidamos por todas las personas e instituciones que han preparado los materiales y celebraciones de la Semana de Oración por la Unidad en tantos lugares del mundo, para que el Señor les conceda disfrutar un día de los frutos de su trabajo. Roguemos al Señor.
—         Pidamos por todas las comunidades cristianas para que, desde el convencimiento de que la Iglesia es una, descubran la vocación ecuménica y los dones que el Espíritu Santo ha depositado en las otras Iglesias como fuente de enriquecimiento mutuo. Roguemos al Señor.
— Pidamos para que llegue el día en que los cristianos podamos compartir en un mismo altar el pan de la eucaristía y el cáliz de la unidad. Roguemos al Señor.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas y acuérdate de nosotros por tu bondad. Acoge nuestras súplicas, que hoy te presentamos especialmente confiados en la intercesión de san Pablo, a quien tú elegiste para llevar tu Evangelio a los gentiles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
 
Desafío
Como pueblo de Dios, ¿cómo deben comprometerse nuestras Iglesias en la justicia que nos une amando y sirviendo a toda la familia de Dios?
 
Oración
Dios, creador y redentor de todas las cosas, enséñanos a mirarnos internamente para vivir arraigados en tu Espíritu de amor, para que podamos salir con sabiduría y valentía optando siempre por el camino del amor y la justicia.
Te lo pedimos en el nombre de tu Hijo, Jesucristo, en la unidad del Espíritu Santo. Amén.

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