TRIGÉSIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.

TRIGÉSIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.

Malaquías 12, 1-3.
He aquí que llega el día, ardiente como un horno, en el que todos los orgullosos y malhechores serán como paja; los consumirá el día que está llegando, dice el Señor del universo,  y no les dejará ni copa ni raíz.
Pero a vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra.
Palabra de Dios.
 
Salmo 97.
EL SEÑOR LLEGA PARA REGIR
LOS PUEBLOS CON RECTITUD.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
EL SEÑOR LLEGA PARA REGIR
LOS PUEBLOS CON RECTITUD.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes.
EL SEÑOR LLEGA PARA REGIR
LOS PUEBLOS CON RECTITUD.
Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
EL SEÑOR LLEGA PARA REGIR
LOS PUEBLOS CON RECTITUD.
 
2 Tesalonicenses 3, 7-12.
Hermanos:
Ya sabéis vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros. No porque no tuviéramos derecho, sino para daros en nosotros un modelo que imitar.
Además, cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos que si alguno no quiere trabajar, que no coma.
Porque nos hemos enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo. A esos les mandamos y exhortamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con sosiego para comer su propio pan.
Palabra de Dios.
 
San Lucas 21, 5-19.
En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Eso que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos el preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que esto ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso, os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Palabra del Señor.
 
LLEGAN DÍAS DIFÍCILES. ¡TENED CONFIANZA!
Jesús ha culminado su largo viaje desde Galilea. Ha entrado en Jerusalén, ciudad santa por su templo, expresión del orgullo judío. Lucas termina aquí su Evangelio con un discurso de despedida. El evangelista mezcla varios planos: la destrucción de la ciudad y del templo el año 70 por las legiones romanas, la difícil misión de la Iglesia en el mundo y la venida final del Hijo del hombre, que nos traerá la plenitud del Reino de Dios.
El evangelio jamás debe infundirnos miedo, sino una confianza serena y vigilante para discernir bien los signos salvadores de los impostores, los falsos y los verdaderos mesías, y desenmascarar a los vendedores de engañosas utopías y paraísos, a los “mitos” y “héroes” de la cultura televisiva, a los “modelos propaganda” de los medios de comunicación.
La finalidad del discurso no es describir los acontecimientos futuros; Lucas motiva a los cristianos de su comunidad a caminar con valentía y decisión en el seguimiento de Jesús, a pesar de las pruebas y dificultades, recordándoles el valor del tiempo presente y su condición de testigos del Reino: “No tengáis pánico”.
Ya no sirve el templo de Jerusalén. El Evangelio no necesita templos, ni ciudades santas, ni sacrificios, porque ahora la humanidad es el gran templo de Dios a partir de Jesucristo.
Hoy es tiempo de esperanza y de lucha. No hay lugar para el desánimo o el cansancio. El Señor está con nosotros, ilumina nuestro camino, mantiene firme nuestra fe en las horas bajas y nos contagia valentía para ser sus testigos: “con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.