Vivir es decidirse

Vivir es decidirse

Según escribe Ana Rodríguez, terapeuta de familia, en la sección ‘Para hacer camino’ de nuestra revista Icono del mes de enero, «no cabe duda de que tomar decisiones cuesta, pero si no lo hacemos y no arriesgamos, no avanzamos en nuestra madurez». Según asegura Rodríguez, «tomar decisiones implica aceptar sus consecuencias, cara a la vida social, familiar y personal. Pero vivir es decidirse».

La toma de decisiones es una tarea implícita en la vida del ser humano desde siempre. En todos los tiempos, el hombre ha tenido que hacer elecciones sobre diferentes aspectos en su vida cotidiana: estudios, trabajo, estado civil, vivienda, número de hijos. En palabras de Ana Rodríguez, «cada minuto de nuestra vida está definido por las decisiones que tomamos consciente o inconscientemente; siempre estamos decidiendo, desde que nos levantamos: la hora, el desayuno, el vestido, la comida, las compras, el ocio… incluso, el no elegir, implica haber tomado previamente esa elección.

«Y aunque hay veces que pensamos que las cosas se resuelven solas, no siempre el tiempo pone las cosas en su sitio, como muchos creen. O las ponemos nosotros o se quedan descolocadas y en otro momento de nuestra vida vuelven a aparecer reclamando su sitio. Se ve la hora de hacer balances en nuestra vida: sobre nuestro matrimonio, la educación de nuestros hijos, nuestras relaciones con los amigos, nuestra relación con Dios».

La terapeuta de familia se pregunta por qué tenemos tanto miedo a tomar decisiones: «porque de ellas pueden depender consecuencias importantes para el futuro».

FACTORES QUE INTERVIENEN

Los factores que intervienen en la toma de decisiones son:

  1. La confianza en uno mismo
  2. La autoestima
  3. La experiencia emocional
  4. Siempre el pensamiento positivo

Por otro lado, Ana Rodríguez reflexiona sobre si tomar las decisiones con cabeza o corazón: «Es un saber popular que hay decisiones que se deben tomar con la cabeza, sobre todo las importantes, y las que pueden tener repercusión en los demás, porque la cabeza no se deja llevar por las emociones, y suelen ser más objetivas».

Según Rodríguez, «la mejor herramienta es usar la cabeza para analizar y el corazón para sentir (…). Si nos guiáramos únicamente por las emociones estaríamos a merced de unos sentimientos descontrolados y si sólo nos guiáramos de la razón, podríamos tomar unas decisiones frías y un tanto robotizadas». Y añade: «Como somos personas con razón y corazón, lo mejor es dejar que intervengan los dos. El corazón nos hace ver los aspectos positivos y la razón nos va a hacer ver ‘los límites’ y el ‘no todo vale’. Po tanto, las decisiones hay que tomarlas con toda nuestra persona: razón y corazón, aunque siempre habrá predominio de una sobre otra».

LA INDECISIÓN

La otra cara de la moneda, según la terapeuta de familia, es la indecisión, que es la falta de determinación ante una situación, bien por inseguridad, falta de carácter o valor. Esta falta de autonomía puede provocar juicios prematuros y miedos o temores a tomar el camino incorrecto que es lo que hace que no se tomen decisiones. Esta actitud muchas veces viene desde el seno familiar, sobre todo si ha habido un ambiente autoritario o sobreprotector, donde los demás nos hacían seguir las decisiones ya tomadas por ellos, por la creencia de que los padres se equivocan menos que los hijos.

El indeciso es la persona que no se atreve a hacer algo, o no es claro en la decisión, por miedo a equivocarse. Es verdad que cada decisión implica un compromiso, y el indeciso no quiere asumirlo para no tener que pagar el «coste» de sus decisiones o el riesgo de perder.

Para evitar estas situaciones hay que tener claro que:

-Nunca vamos a saber si lo elegido es acertado o no, hasta ver las consecuencias.

-Quitar importancia a los errores que se pueden cometer y perdonarse porque todos nos podemos equivocar

-No ser perfeccionista. No pretender ser como Dios.

-Una vez elegido el plan, no volver sobre ello, e intentar llevar adelante lo elegido, como si fuera la mejor elección de nuestra vida.

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